
– Primer día, medio en Corfú:
Junio es un buen tiempo para un viaje a la costa mediterránea, o eso pensábamos, pues con el cambio climático el calor junto a la humedad puede ser un problema, aunque si hay ganas de conocer, nada es obstáculo. Salimos temprano en vuelo directo desde Madrid a Corfú, y en tres horas aterrizamos en ese pequeño aeropuerto isleño entre el mar y la laguna, con algo de temor.
Corfú es una isla griega de las Jónicas, la segunda mayor y la más al norte, a un paso de Albania. Kérkyra en griego antiguo, tiene un tamaño de menos de 600 metros cuadrados, y una longitud máxima de 64 km, con unos 100.000 habitantes censados, sin contar con los miles de turistas.
Cuenta la mitología que Poseidón se enamoró de Córcira, hija de Asopo y Metope, la raptó y la llevó a la isla y como regalo le puso su nombre, Krórkyra que evolucionó a Krékyra. Tuvieron un hijo, Féax y de su nombre proviene el de los primeros habitantes, los feacios, que acogerían a Odiseo durante su regreso a Itaca. La forma de hoz la relaciona con la diosa Deméter (agricultura, cosechas).

Fue dominio ateniense, más tarde del Imperio Romano de Oriente, Imperio Bizantino, posteriormente de árabes y normandos. En el siglo XII cayó bajo el influjo veneciano, más tarde de Nápoles y Sicilia, asediada aunque no vencida por los otomanos, luego dominio de Francia con Napoleón I, hasta que los expulsaron los ingleses y luego devuelta a Grecia.
Durante la Primera Guerra Mundial fue dominio francés, y al final volvió a Grecia. En la Segunda Guerra Mundial fue bombardeada por Mussolini e invadida por italianos y alemanes, deportando a los judíos a campos de exterminio nazis en Europa. Fue recuperada por Grecia en el 44 con apoyo de los aliados.
En 2007 el casco antiguo, old town, de Corfú fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es de destacar la convivencia de culturas y religiones, de griegos y británicos, del pueblo llano y la monarquía griega (y española ya que Juan Carlos se casó con Sofía de Grecia) y ahora del turismo. Como curiosidad, la trilogía Corfù de Gerald Durrell transcurre en la isla entre guerras, y ha dado origen una serie televisiva, dando aún más publicidad a un lugar de por sí único. Es una isla montañosa, con carreteras muy sinuosas y playas maravillosas con aguas azules y transparentes.


Nos alojamos en un estupendo hotel al sur de la capital, muy cerca del aeropuerto, con buenas vistas de la puesta de sol y con excelente transporte publico al centro (el A2). Tras la comida con buffet con ensaladas de varios tipos que destacaban sobre lo demás, con buen aceite de oliva local y salsa de yogur de aliño, nos dimos un paseo hasta la punta de la península de Kanoni (que así se llama el lugar). Una bajada por escales nos lleva a una pequeña playa con una península donde se ubica un pequeño monasterio ortodoxo, Vlacherna.
Tomamos un barquito que nos lleva a un islote coronado por una diminuta iglesia que se llama Isla Ratón y que algunos dicen que es el barco de Odiseo que él ordenó que se convirtiera en roca. De vuelta cruzamos un paso estrecho que separa el mar Jónico del lago Chalkiopoulos, y nos pasan muy cerca los aviones que aterrizan. Al llegar el atardecer, recorremos la escalera de subida a nuestro hotel para cenar y apreciar la bonita puesta de sol desde la terraza. Hay que coger fuerzas para mañana.


– Primer día entero en Corfú:
Tras un estupendo desayuno buffet donde no podía faltar el yogur griego, nos ponemos en marcha hacia Paleokastrista. Cruzamos la capital para dirigirnos hacia el noroeste de la isla disfrutando del paisaje montañoso con la mayor elevación, el monte Pantokrator, de 906 metros de altitud. Al ir subiendo podemos ver el mar a ambos lados de la isla. Además de las laderas cubiertas de olivos. Bajamos a una pequeña playa y puerto con rocas alrededor, y donde haremos un paseo en barco recorriendo el borde de los acantilados y entrando con mucha habilidad en las distintas cuevas que ha hecho el mar, donde apreciamos un agua azul turquesa, calmada y completamente transparente para ver el fondo y los peces.
De vuelta al autocar subimos por una carretera cada vez más tortuosa y estrecha, donde se paran los coches de frente para llegar al mirador Bella Vista, donde apreciamos desde lo alto la belleza de la costa y el mar. Nos dan a probar licores locales de naranja y otras frutas, ouzo y vinos locales, además de variedades de aceite. Dejamos pendiente probar la tsitsibira (pseudocerveza con jengibre y limón). Seguimos camino hacia Sidari en la costa norte, donde degustaremos un almuerzo típico en una terraza con musaka, sofrito, salsa de yogur y fruta, incluyendo la mininaranja típica (kumquat) que fue introducida en Corfú por un botánico inglés.
Para bajar la comida paseamos hacia el conocido como Canal D´Amour, donde pequeños acantilados se alternan con playas de arena blanca con mucho encanto, aunque conquistada ya por los restaurantes y hoteles. Las vistas del mar y la costa son preciosas.


Nos llevan de vuelta al hotel y aprovechamos para paseo en el bus público A2 por Corfú ciudad. Recorremos caminando la bahía, con sus yates de lujo en el puerto, la fortaleza vieja a nuestra derecha, y la plaza Spianada a la izquierda, la iglesia de María Mandrakina, el edificio del Museo de Arte Oriental, y nos introducimos en el laberinto de las callejuelas del barrio antiguo con sabor mediterráneo, múltiples tienditas de recuerdos y de artesanía, bares, heladerías, tiendas típicas. Dijimos viendo el mapa que era un laberinto, como Venecia sin canales. Como es lógico, repetiríamos. Unas compras con gente muy amable.
La iglesia ortodoxa, magnifica, del patrón de la isla, San Spyridon, con su sarcófago de plata que guarda sus reliquias incorruptas. Consigo los escudos bordados de Grecia y de Kérkyra. Y al caer la tarde de vuelta al hotel. Nos despedimos del día con otro precioso atardecer en la laguna.


– Segundo día:
Aquí, aunque es una hora más que en España, sale el sol muy pronto, así que vamos que hay mucho que ver.
Hoy sabemos que vienen cruceros por la tarde, así que decidimos hacer la visita guiada de la ciudad de Corfú por la mañana. Antes de llegar paramos en Mon Repos, un jardín con más de dos mil especies vegetales de origen inglés, donde además hay varias edificaciones incluyendo un consultorio médico para los dueños, un Palacete de estilo neoclásico que han usado desde la familia inglesa de los Adams, primeros duelos, a la familia real griega, incluyendo los Reyes de España Juan Carlos y Sofia y, antes de ellos se alojaba en verano la Emperatriz Sissí.
Frente a la entrada se encuentran la ruinas de la iglesia cristiana más antigua. Llegamos a Corfú, a la plaza de la Spianada de origen veneciano tras derribar antiguas casas. La fortaleza vieja construida en una isla cercana con dos montes para observar la tierra y el mar y unida posteriormente por un puente, para defenderse de los agresores otomanos. En la plaza tenemos las estatuas de los dos hermanos Durrell, que han hecho famosa recientemente la isla por la trilogía escrita por Gerald y pasada a serie televisiva. Ambas caras tienen la nariz desgastada porque dicen que si la tocas, volverás.
Cruzamos la plaza donde una parte del césped es un campo de críquet, y recorremos la zona porticada para llegar al barrio antiguo (sabíamos que volveríamos). Ayuntamiento y Catedral Católica pequeña, iglesia ortodoxa de Santa María y San Juan, San Spyridon, y nos recomendaron un restaurante típico que nos agradó mucho tanto el local como el servicio, la comida y las cervezas locales. Luego en un callejón un helado de yogur y otro de vainilla, clásicos del lugar. Aprovechamos el resto de la tarde para visitar el museo de Arte Oriental en lo que fue Palacio Real con algunas piezas muy interesantes. Se nos estaba acabando el día y volvimos para cenar y descansar en nuestro hotel. Solo nos queda mañana y hay que aprovecharlo.

– Tercer día:
Hoy toca ir al sur. Visitamos Chlonos, un pequeño pueblo, después de recorrer carreteras muy estrechas para, desde su cima, observar la costa del Jónico. En días despejados se ve Albania. Continuamos hacía Malathias a una playa de ensueño con arena fina, aguas tranquilas y transparentes, de un precioso azul y fresquita (que se agradece), donde pasamos una mañana de baño y tumbona.

Tras recuperarnos con una buena comida, aprovechamos la tarde para ver la parte de la capital que nos queda, y con la desinteresada ayuda de la gente local, forzando su castellano, nos indica cómo llegar al Museo Arqueológico que nos enseña una parte importante del pasado griego clásico y romano de la isla. Un pórtico con la Gorgona casi completo del templo de Artemisa sobresale.


Nuestro paseo nos lleva de nuevo a la plaza de la Spianada de la que salimos al norte por el arco de San Jorge, y allí volvemos a ver el mar. Bajamos a la pequeña península con terrazas frente al mar y pequeña capilla. Siguiendo la costa con vistas a la zona superior de la isla y a Albania, pasamos delante del Museo Bizantino y del Museo Slomo, ambos solo abiertos por la mañana, y que como tocamos la nariz de los hermanos Durrell veremos en la próxima visita.
Nos damos de frente con la Iglesia Metropolitana que nos da entrada por el norte al barrio antiguo, que recorremos por otra zona, dejándonos llevar en esas callejas con olor mediterráneo y gente de todo tipo, paseando tranquilamente y disfrutando de sus tiendas, sus bares y sus acogedores habitantes ¡Vaya, por última vez cogemos el A2 para volver al hotel, que hay que hacer las maletas para mañana temprano tomar el ferry, pues nos vamos a Albania…………!
¡Y esa es otra historia!

Autor del texto e ilustraciones: Juan Carlos Muñoz García
Médico de Familia
Miembro del Comité Científico de RH